En el Quindío somos ricos en patrimonio cultural. En cada municipio hay una característica especial y que es única en todos ellos. En Filandia encontramos la cestería de bejucos, en Armenia y Calarcá nuestro orgullo, el Yipao; en el centro de Calarcá y Circasia y en toda el área de Salento, Filandia y Pijao encontraremos el conjunto de viviendas de arquitectura tradicional. Todos esos tesoros hoy por hoy tienen sus dolientes, sus defensores incondicionales: los Vigías del Patrimonio Cultural.
Los Vigías nacieron hace 16 años por iniciativa de la entonces directora de Patrimonio del Ministerio de Cultura, Katia González, quien quería empoderar a las comunidades en el rescate y en la importancia de cuidar y valorar el patrimonio cultural en todo el país. Hoy somos más de 2000 personas que estamos comprometidas con esta causa, porque para nosotros es importante conservar nuestra historia y nuestras tradiciones. Nuestra labor es indefinida, 100% voluntaria, trabajamos en equipo para poder cumplir con la misión que nos encomendó el país y la sociedad.
Ser vigía del patrimonio es más que velar por el cuidado de nuestro patrimonio cultural, es una forma de vivir la vida. Tienes la posibilidad de conocer su historia, sus costumbres y sus tradiciones. Hoy la juventud con todos estos cambios y avances tecnológicos, que ahora están transformando el mundo, también se pregunta: Pero cómo hacían nuestros abuelos para trabajar, para transportarse, cómo celebraban la navidad y los cumpleaños… en fin, yo estoy seguro de que muchos también se hacen estas preguntas. Por eso los vigías del patrimonio tienen la misión de comunicarles y de acercarles el pasado a la juventud y dar a conocer lo que sus ancestros hacía hace más de 30, 40, 50 o 100 años. En otras palabras estamos construyendo Memoria Histórica.
También estamos llamados a proteger otros elementos que caracterizan al patrimonio cultural, por ejemplo el patrimonio material, en el que se encuentra lo natural con nuestro árbol nacional y orgullo quindiano: la Palma de Cera (Ceroxilon Quinduense), también lo arqueológico, que recoge los vestigios y elementos dejados por las culturas indígenas que hicieron presencia aquí hace muchísimos años, y la vivienda tradicional, que hoy es ícono visible de nuestra región. También está el patrimonio inmaterial, que es básicamente todo lo relacionado a nuestras tradiciones y costumbres y que hoy deben ser rescatadas – Entre ellas están los saberes culinarios, la medicina tradicional, las expresiones musicales y dancisticas, las fiestas, entre otros.
Pero el ser vigía no solamente es recuperar el pasado y construirlo, también tiene la misión de realizar control social, conocer la normativa vigente y denunciar a las autoridades competentes sobre los daños hacia el patrimonio cultural. Y quiero resaltar la labor hecha por muchos vigías en Filandia que levantaron su voz de protesta, ya que allí se estaban dando licencias de construcción para remodelación de casas de arquitectura tradicional cuando estas estaban siendo demolidas afectando así el espacio armónico y patrimonial del municipio. En Salento prontamente con la puesta de marcha del Comité de Vigías del Patrimonio Cultural de la Plataforma Juvenil, haremos denuncias sobre casos de vulneración y atentados contra nuestros íconos culturales.
De esa manera los Vigías del Patrimonio trabajamos de sol a sol y de manera voluntaria cuidando y defendiendo nuestros grandes tesoros culturales, los mismos que nos llevaron a conseguir la inclusión de la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco con el Paisaje Cultural Cafetero. Quiero resaltar la labor de una persona que dirigió con firmeza y por más de 16 años en el Quindío la coordinación departamental de Vigías, A la Arquitecta María Eugenia Beltrán Franco, excelente persona y maestra de maestras, gracias por sus enseñanzas y por su compromiso de seguir cada día más transformando al Quindío.
Publicado originalmente el 23 de Abril de 2015 en cronicadelquindio.com por smrp1993@gmail.com
Twitter: @sebasmrodriguez